Balcón de Haría. Por Gregorio Barreto Viñoly Cronista oficial del municipio de Haría

La Graciosa por fin es reconocida como la octava isla canaria

 

Mucho tiempo han tenido que esperar los habitantes de La Graciosa para que al fin esta fuera reconocida como la octava isla del archipiélago canario, de lo que la gran mayoría de los gracioseros se congratula, mientras había hasta no hace muchos años una parte que era reticente a este reconocimiento, porque decían que traía más desventajas que ventajas reales, y este narrador le ha dado muchas vueltas al asunto y pensaba que todo serían ventajas y que no pensaba que hubiera desventajas.

Sobre el reconocimiento de la octava isla se ha escrito y se ha hablado mucho, y hasta hubo mucha gente que creyó que este título se le debió dar a la República de Venezuela, por el gran acogimiento que tuvo para con los muchos miles de emigrantes que buscaron como destino este indicado lugar de América, y que fue al fin un gran refugio para un gran número de canarios, siendo considerados como hermanos, y también fue mucha la gente del resto de España que buscó como destino de salida dicho lugar, lo que muchos recuerdan con una marcada nostalgia.

 

Pero la realidad es otra, porque la isla de la Graciosa ha sido un lugar empezado a habitar desde finales del siglo XIX, cuando se instalara allí la denominada Fábrica de Pescados o Fábrica de Salazones, también llamada Factoría, de cuya existencia aún quedan restos, y hasta no hace tantos años algunos mayores aún recordaban algo del funcionamiento de esta industria, que se surtía de sal desde las salinas de Debajo del Risco, las más antiguas del Archipiélago, con llenado y vaciado por medios naturales.

 

La Graciosa fue una isla que se dedicó al pastoreo de forma primordial hasta los años de 1870, en que se creara dicha factoría, y la isla se fue poblando de gentes que iban a trabajar desde los municipios de La Villa de Teguise y de Haría, aunque también había personas que se dedicaban a la agricultura y se llegaron a hacer varias e importantes aljibes.

 

La isla llegó a tener por mucho tiempo una población creciente, hasta los 600 habitantes, que se ubicaron en los poblados de la capitalidad, que era Caleta del Sebo, y de Pedro Barba.

 

Se recuerda aún mucho el hecho de que los habitantes de la Graciosa venían casi a diario hasta el pueblo de Haría, subiendo el risco, mayormente mujeres, con una cesta de pescado a la cabeza, que empezaban a vender desde que llegaban a Ye y seguían para Máguez y hasta el pueblo de Haría.

 

Estas mujeres, que algunas de ellas llevaban un niño debajo de los brazos, se volvían para la Graciosa con un saquito de gofio, papas, higos pasados y algunas otras cosas, y algunas de las que hacían el recorrido aún viven, pues hasta finales de los años de 1940 y principios de 1950 realizaban esta tarea tan aperriada, que es muy digna de ser elogiada, pues hay que ver el aguante de estas mujeres, con una labor como de esclavas, dedicándose los maridos y novios a ir a pescar por el día para preparar para el día siguiente las cestas de las mujeres.

 

Antes no habían barcos adecuados y más bien se las arreglaban con unos barquitos de vela, y se recuerda de cuando no había ni muelle, que apareció por los años de 1950, y se salía desde una peña cercana en Órzola, y más bien se hacía el trayecto cruzando el Rio, y los prácticos cogían al hombro a hombres y mujeres para pasarlos al barco que les llevaba a La Graciosa.

 

Se recuerda también cuando había que llevar animales grandes a La Graciosa cruzando el Río, vacas y camellos, y algunos de los cuales morían ahogados por el ‘culo’.

 

La Graciosa sigue perteneciendo al municipio de Teguise y se hallará encuadrada dentro del Cabildo Insular de Lanzarote, que al fin es un medio ahorrativo. Algo que no se puede olvidar es la influencia del General García Escámez en la isla de La Graciosa, ya que en los años de 1940 introdujo la Iglesia y el Cementerio, entre otras cosas.

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