Por Manuel Toledano Martínez
El viernes nos dieron una terrible noticia.
Una persona a la que todos apreciamos y queremos se había ido. Parecía que tenía que ser imposible, que no podía ser y, de alguna manera, desde lo más profundo de nuestra alma, guardábamos la esperanza de que se tratara de un error.
Pero poco a poco, la bofetada de realidad nos va haciendo bajar de la nube para darnos cuenta de que todo es real. Josué, nuestro compañero, nuestro amigo, ya no está, al menos en el plano físico que conocemos. Fue, es, una persona noble, atenta, muy familiar, trabajadora y dispuesta a prestar cualquier favor que se le pida.
Con tres, no, cuatro, pasiones fundamentales, la familia, el karate, el buceo y el heavy metal. No es muy hablador ni le gusta llamar la atención, es humilde, diplomático y prudente. Jamás le oirás decir o hacer una crítica negativa a alguien y su sola presencia lo llena todo, está ahí y punto, es más que suficiente. Ahora nos damos cuenta de que ya no volverá a entrar en el tatami como casi todos los días de clase ni saldrá con su característico “aaaaaaadios”.
Que no volveremos a sudar el Kimono juntos intentando inmovilizarnos. Pero si de algo estamos seguros es de que con cada gota de sudor que nos caiga, con cada esfuerzo, con cada técnica o kata que ejecutemos, Josué estará presente. Y que cada niño que crezca pisando el tatami del club de Karate Seito se impregnará de la esencia que de forma permanente ha dejado impresa Josué.
Te despedimos y te deseamos un buen viaje y lo mejor en esta etapa que ahora inicias con nuestra máxima admiración y respeto. Muchas gracias por todo. Te vamos a echar muchísimo de menos. Tus compañeros y amigos de la Escuela de Karate Seito.