El Mirador de Guatifay

gregorio

Por Gregorio Barreto Viñoly

 

 

Cultivo de alfalfa en el entorno hariano, algo importante

El municipio de Haría fue uno de los más importantes de la Isla en el cultivo de productos ordinarios, y con razón que fue considerado el mayor granero de la Isla, pero también tuvo otros cultivos en sus variedades ordinarias, como los de de la fruta, la cochinilla, el tabaco y ahora el Aloe, pero por otra parte había un cultivo de forraje por entonces muy apetecido, como era el cultivo de alfalfa, que se daba muy bien en el municipio de Haría.

 

Había muchas fincas que se plantaban de alfalfa y al perderse ya por vieja se volvía a plantar alfalfa en ella, y se daban grandes cosechas; citemos solo algunas zonas como las de Los Llanos, de La Capellanía, del Cercado del Coronel, de Corral Viejo, La Caldera, Barichuelo de Máguez, Barichuelo de Ye, Los Cascajos, Camino Viejo, Ye, y algunos otros enclaves, solo como más asiduos.

 

Las fincas se plantaban de alfalfa y para eso se propiciaban los cortes últimos para aprovechar la semilla para volver a plantar de nuevo, pero las fincas no daban alfalfa todo el año, aunque dependiendo de la humedad en que se mantuvieran llegaban a darse hasta nueve cortes al año, pero lo más normal era de seis a ocho, porque la sequedad ya no hacía posible que la alfalfa volviera a reventar de su tronco, que solía aguantar muchos años.

 

La alfalfa se recogía en verde, y digamos que el rozarla era un trabajo muy duro, que tiraba mucho a la espalda, y algunas personas estaban cortando alfalfa todo el día, porque no quedaba más remedio, aunque lo normal era hacer este trabajo por la mañana, y se descansaba para seguir a la mañana siguiente. Pero pensemos que esta alfalfa se vendía de dos formas, o sea, en verde y en seco, y tenía distintos precios, que se compensaban en sí, y se decía entonces hasta los años de 1950 que la plantación de alfalfa era bastante rentable. Hay que darse cuenta que para conseguir un kilo de alfalfa seca hacía falta unos tres o cuatro kilos de alfalfa verde, dependiendo de los tallos que tuvieran, más o menos resequidos, y que influían en el peso.

 

La gente entonces se hacía sus cálculos para lo que le daba para comprar con el producto de la alfalfa, y no tenemos ahora mismo los precios a que se vendía en verde y en seco, que se mantenían más o menos acordes en el producto, aunque el mismo, a pesar de ser nuestro, no se vendía en el municipio, sino que para eso se compraba en Arrecife y hasta llegaba a Gran Canaria y Fuerteventura, y así aún se recuerdan a los muchos estraperlistas que habían y que se encargaban de la venta de este forraje, pero la verdad es que para venderla había que someterla a la formación de pacas o alpacas, en cuanto a la seca.

 

La alfalfa verde se vendía en sacos o en suelto, pero los vendedores solían rociarla con un poco de agua para que pesara más, y en cuanto a la seca, digamos que se exponía al sol durante tres o cuatro días y luego se empaquetaba en pacas o alpacas, y al venderla también se tendía a rociarle algo de agua para aumentar el peso.

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