Por Gregorio Barreto Viñoly. Cronista oficial del municipio de Haría
Necesidades que se pasaron en la antigüedad por sus referencias agrícolas
Para remontarnos a la vida social en la antigüedad tenemos que situarnos en que entonces solo había un sector productivo y ese era el de la agricultura, con algunas ligeras líneas hacia la ganadería, que al fin iban algo ligadas a la agricultura, y había también algo del sector de la pesca, con etapas más altas y más bajas.
Hay que valorar el que no había otros servicios u oficios en que se acogiera a la gente del mundo del trabajo, pues el turismo aún estaba demasiado lejos y ni se hablaba de él todavía, y así todos nuestros terrenos se cultivaban y las laderas de las montañas estaban dominadas por el color verde de los cultivos, con diferenciaciones en cuanto al color más intenso o menos intenso y peculiar de cada variedad de nuestros cultivos, el cual se diferenciaba a mucha distancia y por el color se sabía de qué variedad se trataba.
La mayoría de las familias procuraba tener algún terreno propio y se hacían los mayores sacrificios en el ahorro para juntar dinero para comprarse algún cachito de terreno, y eran muchas las ocasiones que ello no se hacía posible, si algún miembro de la familia, en especial el cabeza, no se iba a las Américas, para mercarse los dineritos para emprender una compra, y se sabe de algunos incluso del municipio de Haría que se fueron a América, algunos hasta cinco veces, para ahorrar dinero para hacer una compra de finca, y algunos, por el solo hecho de coger dinero prestado, ya se iban a cruzar el océano, porque no tenían otro remedio para pagar la deuda, porque aquí, con el jornal mísero de entonces no era posible ‘enderezar la canga’ y mantener la familia, pero algunos optaron por quedarse allá y no regresar a su tierra, formando un hogar en paralelo, pero esos eran los menos.
En estas condiciones, los padres ya querían emplear en algo a sus hijos desde los ocho años, y así los varones se iban de criados y las hembras también se iban especialmente de criadas, modistas, niñeras o lo que fuere, pero en cuanto a los varones, apenas podían ir a la escuela, porque antes de ir a la escuela pública su padre o madre los mandaba a coger hierba para dar de comer a las cabras que tenían amarradas en la casa y algunos podían ir a un maestro privado en horas de la tarde; las niñas tenían el encargo de atender la casa ayudando a la madre y también atendiendo a los hermanos más menores y ese encargo tenían incluso los niños varones y no quedaba otro remedio, porque es lo que había.
Pero dentro de una vida calamitosa, falta de todo, que es lo que había, sin embargo la gente se conformaba con lo que tenía y no pedía más y no armaban follones y así se las arreglaban y se consideraban hasta felices.
A la hora de la comida se juntaban todos a la mesa y muchos hasta rezaban el rosario y se bendecía la mesa y no se empezaba a comer hasta que llegara el mayor de la familia, aunque eso era solo por las noches, cuando era la comida más solemne o importante y todo lo mejor para comer se dejaba para esa hora y entonces se odiaba al denominado caldo de papas, porque se decía que hacía soñar y desvariar de noche.
Aún se recuerda por los mayores cuando se iban al campo a trabajar en lo que fuera, como era plantar, arrancar la sementera, escardar o hasta coger higos de las higueras, que era algo muy apreciado antes; y es que antes se iban los mayores con todos sus hijos, machos y hembras, o solo iban los hijos, y almorzaban en la finca y llevaban pejines, jareas o algo del cochino, con un zurrón de gofio, que había que saber amasar o sobar porque podía quedar muy ralo y no se podía comer, o había que poner a secar y era muy difícil conseguir restos secos para encender el fuego guisar la comida.