Por Gregorio Barreto Viñoly
De los ganados de cabras y de los rastrojos antiguamente
Resulta que ahora, cuando la mayoría de nuestros terrenos y nuestros campos se hallan abandonados, y por tanto como eriales, cuando los pastos abundan por todos lados, aunque ya llueve mucho menos, la verdad es que se nota que existen muy pocos ganados ordinarios de los que había antes, aunque hay ganado estabulado a gran escala en La Montaña de Aganada y La Montaña, pero el hecho de ver a un pastor pastando con su ganado de cabras por las calles o caminos, o en los campos, eso ya apenas se ve, porque la gente se ha dedicado a otras cosas muy distintas.
No cabe duda de que el trabajo de pastor ha sido a lo largo de la historia muy aperriado e indeseable, ya que en esta profesión o dedicación no se han mirado ni valorado, para nada, los días festivos o no laborables, pero no solamente había que trabajar de forma ordinaria desde temprano hasta la noche, sino que además no se respetaba ni siquiera los malos tiempos motivados por lluvia, vientos o solajeros, y eso cuando no se tenía el abrigo debido, ni habían lugares donde socorrerse y si acaso debajo de una pared o al soco de ella, porque las chozas no se hallaban muy a mano.
También era un gran trabajo el ordeñar tanta cabra, cuando no había ordeñadoras mecánicas y había que ir ordeñando con paciencia una por una, y también había que limpiar los corrales y hacer los quesos, aunque de eso solían encargarse otras personas.
Para tener un ganado de cabras, que era lo que más había, porque ovejas había pocas, que solían ser de 50 a 100 por término medio, había que contar con pastos, o ir a coger hierba, aunque también se ponía a los animales una pequeña ración de millo, hasta que empezaron a venir los piensos, que luego se fueron apoderando de la situación. En los tiempos antiguos se plantaban todas las fincas arenadas y los ganados no entraban en ninguna finca sin que antes tuvieran el permiso de boca, y es que antes se convenía en que las fincas, cuando fueren recolectadas sus cosechas, entraran en ellas, en sus rastrojos, sólo los pastores que tenían permiso el permiso debido del dueño, y de recompensa tenían derecho a que sus cabras propias fueran cubiertas o machadas con sus machos, y para eso los pastores solían tener varios machos sobrantes y los prestaban a sus proveedores, o les facilitaba el llevar las cabras a un lugar convenido donde estaba un macho, y eran propicios los momentos de beber el ganado en un aljibe.
Había pastores que tenían sus propios ganados y otros estaban de tales, mediante un jornal, con el dueño del ganado, que eran los más, y lo normal era que los dueños de ganados tuvieran ya alguna ladera arrendada para tener un sitio fijo al menos. Antes había muchos cabritos, que eran muy apreciados por su carne tan sabrosa, pero es que había casas que aprovechaban las cabezas como un gran alimento, y muchos privaban de los sesos y otras partes como más esenciales. Las cabras tienen una época muerta, y al no haber verde, se preparaban para parir a partir de noviembre, y de ahí salen tantos cabros, tanta leche, que se vendía antes para Arrecife en lecheras, y mucho queso que se generaba y se rifaban los muchos estraperlistas a la hora de comprarlos, pero a veces se trillaba la leche o había teteras.