Moreno el cabello
la sonrisa blanca,
dos luceros bellos
enmarcan la cara.
En los ojos, ternura,
sincera la mirada,
en las manos, dulzura,
consuelo en la palabra.
La que los dientes apretó,
la que se olvidó de su dolor,
la que me parió aquel día
fundiendo su sangre con la mía.
La que me recogía el pelo
y las rodillas me curaba,
la que velaba mi sueño
a mi lado sentada.
El arrorró de una madre
mece todas las cunas.
Ya se hace tarde,
ya resplandece la Luna.
Ese olor a casa,
el olor que no se olvida,
el del tiempo que pasa,
el del tiempo de nuestra vida.
Por las que fueron y las que somos,
por las que lo serán algún día.
que madres hay muchas,
pero hoy recuerdo a la mía.
Te quiero, mamá,
te quiero porque estás
y , aunque se escape alguna lágrima,
hoy no quiero llorar.