Fui niño que trabajaba
calzando las alpargatas
en mis piernas flacas.
Andando las veredas
con el burro a cuestas.
Cantando tan fuerte
para que el mismo Sol
se despertara al verme.
Fue pasando el tiempo,
como joven fui creciendo,
en hombre me convertía,
hasta bigote tenía.
Y la conocí en una verbena
a la mujer blanquita,
de boquita roja,
de negra melena.
Suena una melodía
que escucho todavía.
Tiempos de lluvia y sol,
tiempos de alegría y penas.
Las manos maestras
se mueven con tesón,
arte llevo en ellas,
ingenio en el corazón.
Fui padre, después de marido,
pronto llegaron los hijos.
No hay nada mejor
que nos mande el Señor.
Ahora me extraña el Sol
porque ya no le canto.
Ya tengo otro sabor,
mi voz no suena alto.
Ahora en el cielo
sonríe tierna la Luna
a estos hombros viejos,
a este hombre con arrugas