No sé si eso cuenta,
pero me estoy haciendo viejo,
no existen caminos, sino cuestas,
nada nuevo me brinda el pellejo.
Y amanecí muy temprano
y anochezco al ponerse el sol
porque no sé si cuento o no.
Y decidí dejar de ver cosas maravillosas
y me encerré en paredes de hormigón,
dejé de ver de las cosas su belleza,
me convertí en viejo rezongón.
Y entonces me vinieron a buscar
unas manos pequeñas,
unas piernas empezando a caminar,
y me ensuciaron la camisa y la chaqueta,
me demostraron que la vida siempre inventa
sus mil y una maneras para continuar.
Hasta que un día, compungido,
me quedé sin manos pequeñitas,
no disfruté de las cosas chiquitas,
no tropecé con juguetes en la salita.
No me buscaron para pasear,
se olvidaron de mi cumpleaños,
no pudieron romper las paredes
que yo me había inventado.
Ya no me ensucian la camisa y la chaqueta,
no sé si eso cuenta…