El guarapo conquista
a las chácaras y al tambor.
La Gomera se mueve
en un mismo son.
El viento el silbo llevará
navegando a través del mar
Agitando está con la mano.
Meneando el sombrero.
En señal de saludo
“abana” el graciosero.
-Aquí estoy, amigo,
en La Graciosa te espero.
Abiertas las ventanas verdes
se “despereza” el conejero.
Blancas son las paredes,
blancos todos los pueblos.
Geranios, olores, campos,
palmeras, sabor y encanto.
A los majoreros llega la brisa,
mueve el jable,
acaricia las dunas.
Desde lo alto van bajando,
casi casi con ternura,
la arena de Fuerteventura.
Cálido y dorado manto
donde las huellas se van quedando.
Allá, en La Caldera,
andando por las laderas,
las alpargatas sobre las piedras,
de roca en roca, sin miedo,
van saltando los palmeros.
Las galas a estrenar.
Malagueñas y folías.
En las gargantas el cantar
y en el alma una melodía.
Gran Canaria se pone en pie
para celebrar este día.
Las sabinas se doblan
en perpetua reverencia
viendo a los herreños pasar
agradeciendo su presencia.
Quiero dormir contigo,
casi rozando el cielo.
Hilando van todas las islas,
delicado bordado tejiendo
y, desparramadas en el mar,
Teide, las estás viendo.
Tierra de guanches
que creó siendo salvaje.
Sangre, costumbres, raza,
tradiciones y coraje.
Ya huele el sancocho,
El gofio y los tollos.
El millo tostado,
pejines, queso, higos
y el pescado salado.
Un trago de vino,
La luchada tradicional,
unos bailes para el camino
que Canarias de fiesta está